Las cartas de amor de Loona

Yo, Luna, quiero contarte sobre una artesana que aprendió a tejer la esencia del cosmos en telas olvidadas.

La encontré una noche en los campos de Holanda, donde vivía rodeada de animales y un jardín que florecía bajo mi luz. En su taller, un espacio donde reinaban el silencio y la paz, guardaba telas antiguas que otros habían desechado. Para ella, cada pieza tenía una historia que merecía ser contada otra vez.

La observé durante años mientras transformaba estas telas. Sus manos trabajaban con la precisión de una alquimista, convirtiendo lo olvidado en algo nuevo. Con aguja e hilo, creaba un lenguaje propio que hablaba de transformación y belleza.

Una noche, mientras trabajaba en doce piezas especiales que llamaba sus cartas de amor, algo cambió. Al tocar una gota de agua en una tela antigua, descubrió algo que siempre había estado ahí: vio el mismo patrón repetirse en las hojas de su jardín, en la tierra, en el pelaje de sus gatos y en las plumas de sus gallinas.

Este descubrimiento transformó su trabajo. Comenzó a crear piezas que mostraban cómo todo estaba conectado: la tierra con el cielo, lo viejo con lo nuevo, lo simple con lo extraordinario.

Los visitantes de su taller hablaban de prendas que parecían guardar secretos antiguos. Ella solo sonreía, porque sabía que la verdadera magia no estaba en crear algo nuevo, sino en despertar la belleza que dormía en lo que ya existía.

Un día encontró un libro de arte que cambió todo. Sus páginas le mostraron patrones que parecían mapas del universo. Estos diseños conectaron los recuerdos del taller de su padre, donde aprendió a amar los textiles, con su propia visión del mundo.

Cada noche, mi luz iluminaba su mesa de trabajo mientras ella convertía telas olvidadas en piezas que recordaban a sus dueños su conexión con la tierra.

Sus creaciones viajaron lejos, hasta lugares donde otros artesanos habían tejido sus propias historias durante siglos. En cada sitio, sus prendas despertaban algo especial en quienes las tocaban.

Ahora, cuando ilumino su taller, veo doce cartas de amor que cuentan una historia simple: cómo lo viejo puede volverse nuevo, y cómo cada puntada puede ser un acto de amor hacia nuestro planeta.

Proceso

Desde los Países Bajos, una artista textil trabaja rodeada de naturaleza, junto a su familia, sus mascotas y sus gallinas. Su taller, un espacio de luz y silencio, conserva la esencia del taller de su padre sastre, donde comenzó su historia con los textiles.

Odette Blum, la artista que presenta nuestra Colaboración 44, descubrió su verdadera vocación después de una carrera como diseñadora de interiores. A través de sus viajes por el mundo en busca de textiles únicos, conoció a artesanos y artistas que cambiaron su perspectiva sobre la creación.

«Mi corazón anhela conectar con otros a través del lenguaje de la aguja y el hilo. Para mí, comunicar a través de la creatividad material siempre ha tenido un significado más profundo que la simple palabra hablada», explica sobre su acercamiento al arte textil.

Su momento decisivo llegó en Tibet, en el taller Norlha-Atelier. «Me transporté en el tiempo. Volví al taller de mi padre, viéndolo usar sus grandes tijeras y vaporizar los trajes hechos a mano. Supe entonces que había nacido para trabajar con artistas y sus textiles».

La colección que presenta en Loona, «12 cartas de amor», parte de una visión particular del mundo. A través de textiles recuperados y transformados a mano, cada pieza propone una nueva forma de observar nuestro entorno. «El cosmos existe en cada planta y árbol, en una gota de agua, un grano de arena, en pequeños insectos, en todos los animales y seres humanos», describe sobre el concepto de su trabajo.

Su proceso creativo se alimenta de la naturaleza y del trabajo de otros artistas. «Es un viaje en evolución encontrar ese lenguaje único y original. Trabajar con los materiales más puros me ayuda a mantenerme en mi camino», comenta sobre su método.

Para ella, la artesanía es fundamental en el diseño contemporáneo. «Cuando traducimos patrones antiguos en una nueva creación, algo nuevo se revela», afirma sobre la unión entre lo tradicional y lo moderno.

La narrativa juega un papel esencial en sus creaciones. Además de reflejar su historia personal, cada pieza invita a otros a encontrar conexiones con sus propias experiencias. «Al contar mi historia, reflexiono sobre mi vida. Las personas que miran mis piezas reflexionan sobre esta historia y sus propias historias. Así sucede algo interesante. La narración nos lleva a la consciencia, y la consciencia es el punto de partida del cambio».

Los libros de Stephen Ellcock inspiraron esta colección, que invita a ver el mundo con otros ojos y a experimentar la conexión entre todas las cosas. Odette cree en la importancia de la responsabilidad individual para crear un mundo mejor, donde lo macro y lo micro se integran en una sola unidad.

La atención al detalle en su trabajo va más allá de lo técnico. «La atención es consciencia, y la consciencia es el punto de partida del cambio», reflexiona sobre su aproximación al arte textil. Sus piezas buscan dar belleza y valor a elementos aparentemente simples e inútiles, transformándolos en obras que hablan de la conexión entre el ser humano y su entorno.

Su mensaje para México es claro: «La cultura y las artesanías mexicanas son tan ricas. Creo firmemente que las culturas antiguas y sus oficios pueden llevarnos a un cambio. Los diseñadores y artistas contemporáneos deben trabajar juntos para crear nuevos caminos, para cuidar este planeta y todos los seres vivos».

En Loona, esta Colaboración 44 une arte, sustentabilidad y consciencia. Cada pieza cuenta una historia donde lo simple se transforma y adquiere un nuevo valor a través del trabajo manual y la visión artística.