Chales de paz
Yo, Luna, quiero contarte sobre una artesana que aprendió a tejer el ritmo de la Tierra.
En un pueblo del norte, donde el invierno dura más que el verano, vivía una tejedora que encontró su inspiración en el mundo natural. Cada mañana caminaba por un valle y cada tarde nadaba en el mar. Por las noches, bajo mi luz, se sentaba frente a su telar.
Un día, mientras observaba el paisaje, descubrió algo: cada elemento de la naturaleza tenía su propio ritmo. La tierra oscura guardaba historias en sus capas. El agua dibujaba patrones en su superficie. Las montañas cambiaban de color con las horas. Los bosques escondían texturas en cada rincón.
Decidió crear chales que contaran estas historias. Usó hilos negros para la base, que le recordaban a la tierra después de la lluvia. Para lo demás eligió colores que veía en el paisaje: colores azules de los lagos profundos, verdes de musgo húmedo, cafés de madera vieja.
Sus chales no eran prendas comunes. Llevaban algo del ritmo tranquilo de la naturaleza. La gente que los usaba sentía una calma especial, como si sus preocupaciones se volvieran más ligeras. Era como si se envolvieran en la paz del bosque o del mar.
Yo veía cómo estos chales viajaban lejos del pueblo. Cada uno llevaba un mensaje simple: una invitación a detenerse y recordar que somos parte de algo más grande que nuestras prisas diarias.
La artesana nunca buscó hacerse famosa. Le bastaba ver cómo las personas que usaban sus creaciones empezaban a notar cosas que antes pasaban por alto: el color del cielo al atardecer, el sonido de las hojas en el viento, el olor a tierra mojada.
Hoy, mientras ilumino la noche, veo sus chales brillar con una luz especial, recordando que la calma que buscamos está ahí, en el ritmo pausado de la Tierra, esperando que nos detengamos a escucharla.
Proceso
En un pueblo al norte de Letonia, Una Rozentāle teje chales de lana que conectan el patrimonio cultural con la vida contemporánea.
Su camino comenzó hace diez años en un estudio de tejido local, donde lo que inició como un pasatiempo se transformó en su vocación.
«Inicialmente tejía de todo, manteles, toallas, cobijas, tapetes y faldas tradicionales Experimenté, probé varias técnicas y usé diferentes materiales», recuerda Una.
Con el tiempo, se especializó en los chales de lana. «A las mujeres letonas les encantan porque les recuerdan la herencia, el pasado, sus abuelas, sus casas de campo y las tradiciones familiares», explica.
Su trabajo se desarrolla en estrecha colaboración con la fábrica de lana Pāce, un establecimiento local que mantiene técnicas tradicionales desde principios del siglo XX.
La fábrica procesa la lana de manera natural, sin químicos agresivos, lo que permite conservar el lanolín y algunas partículas vegetales del prado. «Estos elementos ayudan al hilo a mantener su textura y el aroma característico de la lana», explica Una.
Para nuestra Colaboración 43, Una creó una colección de chales inspirada en el planeta. «Los chales cuentan una historia sobre la Tierra. Es rica y pacífica, respira y pulsa en su propio ritmo», describe. El hilo oscuro en la urdimbre simboliza la riqueza del suelo, mientras los diversos tonos representan las aguas, montañas, desiertos y bosques del planeta.
La naturaleza es su principal fuente de inspiración. «Ahí están todos los colores, todas las combinaciones y tonos increíbles», afirma Una, quien encuentra en las cuatro estaciones de su tierra natal un abanico de posibilidades cromáticas.
«Me alegro de que las bufandas que hago sean duraderas. No se compran todos los días para luego desecharlos. Aquí en Letonia los chales tienen un valor sentimental porque los usaban abuelas y bisabuelas. La gente los cuida y los transmite a las siguientes generaciones», reflexiona sobre el valor de sus creaciones.
En Loona, presentamos esta Colaboración 43 como un ejemplo de que la moda sustentable puede ser bella y perdurar a través de generaciones.
Colaboradores
UNA ROZENTĀLE
Una Rozentāle vive en Talsi, un pequeño pueblo de Letonia. Hace diez años descubrió el arte del tejido y decidió dedicarse por completo a esta práctica artesanal. Hoy crea chales de lana inspirados en la naturaleza y las cuatro estaciones de su tierra natal. Trabaja con la fábrica local Pāce, que mantiene técnicas tradicionales de procesamiento de lana desde principios del siglo XX. Sus piezas son apreciadas por su conexión con el patrimonio cultural letón y su versatilidad contemporánea.
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UNA ROZENTALE
La artesana letona Una Rozentāle presenta sus chales de lana tejidos a mano, elaborados con lana 100% procedente de la fábrica local Pāce. Su trabajo combina de manera magistral la tradición con el diseño moderno, profundamente arraigado en el patrimonio cultural letón.
Inspirada por la naturaleza, el proceso creativo de Una se centra en una cuidadosa selección de colores y la precisión técnica del tejido. Con un enfoque basado en la sostenibilidad, apoya a los negocios locales y preserva los métodos tradicionales de producción de lana. Los chales que encontrarás en Loona cuentan una historia sobre la Tierra, capturando su riqueza y tranquilidad a través del color y la textura. Cada pieza está diseñada para ofrecer una sensación de calma y conexión, reflejando el ritmo natural de la tierra.
Esta colaboración muestra creaciones atemporales y significativas que resuenan profundamente con la naturaleza y el legado cultural.
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