Tejiendo magia

Yo, Luna, quiero contarte la historia de dos hermanas que vivían en un bosque.

Aprovechaban sus ratos libres para tejer.

Todas las noches la mayor cocinaba, mientras que la menor iba a un río a lavar la ropa.

Un día, mientras la menor escurría la ropa en la orilla del arroyo, un enorme pedazo de lana se acercó, balanceándose por el agua.

“¡Qué maravilla!”, dijo al ver su brillo y color. Y, pensando en su hermana: “Sin duda podremos tejer algo lindo con él”.

Se agachó y sacó los hilos de la corriente. Luego puso el material en el cesto con la ropa y se dirigió a casa.

Cuando su hermana mayor la saludó desde fuera de su cabaña, la mujer le dijo: “He encontrado algo especial. Podremos tejer cosas diferentes”.

Emocionadas, se dirigieron al jardín, donde tenían una mesa. Extendieron la lana sobre ella y la miraron llenas de curiosidad. La mujer le contó a su hermana mayor cómo había llegado el material hasta sus manos, y ella, a su vez, tomó los hilos, como si quisiera comprobar su peso. Al tomarlos, se le escurrieron de las manos y cayeron al piso.

Cuando el primer hilo tocó la tierra, de inmediato comenzaron a brotar árboles, flores y plantas que rápidamente dibujaron un colorido bosque en su patio, en pleno invierno.

El paisaje continuaba desarrollándose. La hermana menor intuyó que debía tomar un hilo y llevarlo hasta su casa. “¿Ves el regalo que nos da la naturaleza?”, dijo y continuó: “Debemos usarlo para tejer”.

Se dirigieron a sus sillas y se dedicaron a la tarea. Puntada por puntada hasta que las venció el sueño.

El amanecer se llevó el bosque de su jardín. Pero, en sus manos tenían suéteres, gorros y camisas que contenían toda la vida que unas horas antes habían visto formarse ante sus ojos. Era un verdadero regalo de la naturaleza.

Proceso

“Tach viene de Tachdjian. Nuestro apellido es armenio”, cuentan las hermanas Patricia y Sabrina Tachdjian sobre el origen del nombre de la marca que protagoniza la Colaboración Veintiuno de Loona.

Desde Tach sus creadoras dan vida a diversas prendas de tejido de punto que se han convertido en favoritas lo mismo de celebridades internacionales que de personas que buscan propuestas únicas de diseño sustentable.

De la cantante Dua Lipa a la actriz Megan Fox pasando por las escritoras Alexa Chung y Leandra Medine. Todas sucumben ante el encanto de las coloridas y alegres piezas de esta marca uruguaya.

No resulta extraño. Sus prendas ostentan diseños que, de acuerdo con sus creadoras, toman como punto de partida lo vintage, un espíritu que aprovechan y actualizan en cada oportunidad.

También es el espacio en donde permiten expresarse a sí mismas. En específico: “a las visiones oníricas de nuestra niñez: la textura, los colores, las formas de nuestros diseños. Todo invita al juego. Nos han dicho que parecen ‘pequeñas obritas de arte’”.

Obras creadas por personas en cuya sangre corre el sentido de la moda. Su abuelo era inmigrante de Armenia y abrió una mercería en los años 40 que luego se transformó en una tienda de ropa. Su padre diseñaba la ropa infantil que se confeccionaba en distintos talleres de Uruguay, mientras que la familia de su madre tenía un taller de confección de calzado que en los años 70 exportaba a todo el mundo.

Era natural que desde pequeñas comenzaran a interesarse en la industria ojeando las revistas de moda que llegaban a su casa semanalmente: “Nacimos rodeadas de telas, mesas de corte e hilos, hasta empaquetábamos regalos en Navidad para ayudar en la tienda”, han contado a la revista Vogue.

Desde 2016, las hermanas han trabajado en una marca que no hace más que crecer como la espuma. En su cuenta en Instagram, @tach_clothing, comparten con sus casi 70 mil seguidores lo contemporáneas que pueden verse las piezas de tejido de punto creadas con lana merino uruguaya, un material reconocido en el mundo por su calidez, flexibilidad, ligereza y durabilidad.

Pero su interés por la sustentabilidad va más allá del uso de materiales ecológicos. Se extiende hasta las bordadoras que desarrollan cada prenda, una forma de mantener vivos oficios tradicionales, amenazados por el fast-fashion, como lo afirman: “Lamentablemente la industria textil uruguaya está desapareciendo. Tuvo su época dorada en los 80. Nuestros talleres son muy pequeños, conocemos a todas las señoras que trabajan con nosotras y tenemos muy buena relación con ellas. Nos gusta mantenernos así”.

Nada ejemplifica mejor toda su filosofía que los suéteres que conforman nuestra Colaboración Veintiuno. Cada uno de ellos nos invita a plantear las cosas de un modo distinto, a evitar el esquema de comprar y tirar, que domina la industria de la moda actual, y a optar por prendas atemporales, suaves y cómodas que se sienten como un abrazo. Uno que también se le extiende a la Madre Tierra.