En algún lugar del Planeta.

Yo, Luna, quiero contarte la historia de un lugar que hoy solo vive en mi memoria.

Mi historia comienza cuando dos amigas, impulsadas por la curiosidad se aventuraron a visitar una casa oculta en medio de un bosque.

Este lugar había sido el hogar de un hombre famoso por su conexión con la naturaleza. Aunque había pasado mucho tiempo desde que él había vivido ahí, su presencia aún impregnaba cada rincón de la casa, construida enteramente de madera y ahora convertida en un museo donde la sustentabilidad y el minimalismo eran los protagonistas.

Una noche, las dos amigas llegaron a este refugio. Mientras recorrían sus pasillos, llenos de objetos y recuerdos del pasado, una puerta entreabierta las guió hacia una biblioteca secreta.

Allí, rodeadas por estantes llenos de historias, un libro que parecía brillar con luz propia llamó su atención. No era un libro cualquiera. Se trataba del diario del antiguo dueño, en cuyas páginas se revelaba un profundo amor por la naturaleza

Pronto devoraron cada palabra del diario. Descubrieron secretos para interactuar respetuosamente con el entorno, técnicas para cultivar la tierra sin dañarla y métodos para recolectar agua de manera sustentable. Era como si el diario las guiara, paso a paso, hacia una vida en total armonía con la naturaleza.

También encontraron, en esas páginas, los diseños de ropa creados con telas naturales, tejidas a mano y teñidas con pigmentos de plantas y minerales. Cada diseño reflejaba la esencia de la tierra, el agua, el aire, y el fuego.

Inspiradas por lo que estaban leyendo, las mujeres decidieron que querían llevar esos ideales a la práctica. Fundaron un pueblo en un terreno cercano al bosque, aplicando los principios y enseñanzas que habían encontrado en el diario. Construyeron sus casas con materiales sustentables y vivieron de lo que el bosque les ofrecía, sin tomar más de lo necesario.

Con el tiempo, su proyecto se convirtió en un ejemplo vivo de cómo la humanidad podría coexistir en paz con la naturaleza. Personas de lugares lejanos venían a aprender sobre sus métodos de cultivo, su estilo de vida, y su filosofía. Su comunidad se destacó por su respeto hacia el planeta y por mostrar que era posible vivir de otra manera.

Aunque ese lugar ya no existe, su legado perdura en mi memoria. Y yo, Luna, recuerdo con cariño ese sitio y las lecciones que enseñó. Te cuento todo esto porque espero poder inspirar a otros a buscar una conexión más profunda con nuestro mundo natural.

Quizás, en algún rincón del planeta, alguien leerá estas palabras y se sentirá llamado a revivir el espíritu de aquel lugar mágico donde una vida en armonía con la naturaleza fue posible.

Proceso

En Inverness, al norte de California, se encuentra la casa de J. B. Blunk, un artista que vivió a mediados del siglo XX y cuya conexión con la naturaleza regía su vida cotidiana un lugar donde la creatividad y la naturaleza confluyen de una manera única.

Fue en ese lugar donde Izabella Doyle, cofundadora de Wright + Doyle, y su gran amiga y colaboradora Mariah Nielson, decidieron embarcarse en una nueva aventura creativa y crear algunos de los diseños que te presentamos en nuestra Colaboración 36.

Durante su estadía, coincidiendo con una exposición de la artista Carali McCall en la galería local, Izabella y Mariah se tomaron el tiempo para explorar la belleza de las montañas y la costa californiana. «Fue una experiencia que nos permitió reconectar con la naturaleza y con nuestra visión artística», comenta Izabella.

El punto de inflexión en esta colaboración llegó cuando Izabella descubrió un libro que capturó su alma: una libro con las obras de la artista visual Etel Adnan. «Todo elevó mi espíritu, desde el tipo de letra hasta el papel pasando por las pinturas y las combinaciones de colores», dice emocionada. Inspirada por las palabras de Adnan y la paleta de colores presente en su libro, eligió la textura de las telas para esta colección.

Izabella siempre ha buscado la manera de combinar esos colores suaves con un corte moderno y limpio. «La idea detrás del chaleco, la camisa y el pantalón surge de esa constante búsqueda de la esencia en la sastrería, de hacer las cosas más simples pero sin perder lo que realmente importa», explica.

La diseñadora quiere que cada pieza transmita una sensación de esfuerzo y sofisticación, arraigada en técnicas minuciosas. Para lograrlo, optó por una lana tropical especial, diseñada para ser usada en climas cálidos, que se siente ligera al tacto y es transpirable, como la seda.

La camisa, con su diseño innovador, permite ser llevada de manera tradicional o desmontando las mangas para atarlas al frente o simplemente dejarlas colgando al costado. «Quería que la camisa ofreciera versatilidad y frescura», señala.

Con la misma filosofía, diseñó el vestido camisero, buscando un equilibrio entre la simplicidad y la sensación de llevar múltiples capas. La mezcla de diferentes estampados de rayas añade un toque lúdico a la forma clásica de una camisa de hombre, pero con la posibilidad de atarlo al frente para darle un aire femenino.

Sobre esta Colaboración, Izabella concluye: «Cada pieza refleja nuestro viaje, nuestras experiencias y la inspiración que Mariah y yo encontramos en ese lugar tan especial. Es un tributo a la belleza que nos rodea y a cómo el arte y la moda pueden fusionarse para crear algo verdaderamente único».

A través de este proyecto, Wright + Doyle nos demuestra una vez más que la moda puede trascender las tendencias pasajeras para convertirse en una expresión artística atemporal, que invita a quienes la visten a llevar consigo un pedazo de historia, arte y amor por el planeta.