Ecos de las plantas
Yo, Luna, quiero contarte que una noche vi mi reflejo en el agua de un río. Era el Río de la Plata y cuando me asomé aparecí rodeada de un montón de plantas, flores y hojas.
La imagen me cautivó. Esa misma noche busqué a unas artesanas que pudieran inmortalizar aquel momento.
Me dejé llevar por el agua del río y llegué hasta Uruguay. Allí le conté lo que había visto a unas mujeres quienes con mucho gusto aceptaron mi encargo.
Me enseñaron sus manos y supe desde ese instante que estaba en el lugar correcto. Sacaron la lana a la que conocen tan bien como a sus manos. La llamaban merino. Mientras la extendían en sus manos me hablaron de su suavidad, de lo perfecta que era para calentar y de su longevidad. Con ella se encargarían de que la imagen que había visto durara para siempre.
Me llevaron a su telar, me enseñaron cómo usaban sus manos para darle forma a ese material. Durante semanas, se dedicaron a explorar el río. Las iluminé con toda la fuerza de mi complitud mientras buscaban una a una las hojas que les había contado que había visto aquella noche junto a mí.
Una por una fueron recolectándolas. Cuando las tuvieron todas, las juntaron y las envolvieron en una enorme tela. Después de algunos días, las plantas aparecieron sobre la tela. Lo habían conseguido. Eran justo hojas que enmarcaron mi rostro aquella noche.
Con ellas hicieron un chal que me serviría para recordar aquel momento. Desde entonces, me protege y me abriga cuando estoy menguando.
Hoy, miro desde arriba como muchas personas también visten las mismas prendas que yo. El recuerdo de una noche mágica, cuando de un reflejo surgió una nueva magia, del trabajo con paciencia de muchas artesanas y de un día en el que formamos una sororidad.
Proceso
Para acercarse a la historia de “Merino”, la Colaboración Siete de Loona hay que ir a Uruguay, lugar de donde es originaria la marca Calmo creada por la diseñadora Alice Otegui como una ventana para dar rienda suelta a un montón de ideas que le permitirían aportar su grano de arena para crear un mundo mejor.
Alice estudió Diseño de Moda en la Universidad ORT de Uruguay y fue aceptada para hacer un intercambio en Parsons School of Design en Nueva York. Un periodo que la marcó significativamente, como lo recuerda: “allí aprendí sobre sustentabilidad en la moda desde un enfoque integral, que atravesaba todos los aspectos —desde el social hasta el de la materia prima—”, dice en entrevista. Al regresar a su país —y con su pasión por lo artesanal de por medio— en 2017 empezó a escribir la historia de Calmo.
Desde el inicio, Calmo ha sido el lugar desde donde se crean prendas que hacen honor a su nombre, aquellas en las que el tiempo y la paciencia son el recurso indispensable para crear piezas únicas y que también honran al planeta.
Sus diseños —creados por mujeres— involucran una materia prima con certificación sustentable y procesos en los que se evita el desperdicio y en donde se cuidan recursos como la energía y el agua. Las piezas finales, además, gozan de un aspecto atemporal que les da la posibilidad de ser usadas durante toda la vida.
La filosofía de Calmo combinaba muy bien con la de Loona, por lo cual Sharon Drijanski, fundadora de este colectivo, tendió todos los hilos para crear una Colaboración que tomara vida en piezas que reflejaran el ADN de la marca.
Es así como en la colección, conformada por tres diseños de ruanas y chales, conviven varios valores creativos de Calmo.
Empezando por el material fetiche: la lana merino, un material al que Alice describe como “la crema y nata de la lana” por su suavidad y a la que también está ligada sentimentalmente. Su padre, ingeniero agrónomo de profesión, promovió la mejora genética de la lana al propiciar el cruce de los corderos con la mejor lana que, por ende, han tenido crías de donde se obtiene una materia prima superior.
Hoy, la lana merino de Uruguay es reconocida en el mundo por su calidez, flexibilidad, ligereza y durabilidad. Y, de entre toda la variedad de materiales, Calmo puede decir orgullosamente que trabaja con una de las más amables con el planeta: la suya cuenta con la certificación RWS (Responsible Wool Standard) que garantiza que las ovejas son cuidadas de una manera responsable.
Otra de las señas de identidad de Calmo tiene que ver con una técnica llamada “ecoprint” con la que muchos diseños toman un aspecto “más natural”, esto último dicho en el sentido más literal posible. Se trata de un proceso de estampado que dura varios días en los que los colores de diversas plantas, flores o semillas se transfieren a los textiles. Este material es colocado a mano en una tira de tela que es enrollada y fuertemente apretada para hacer un bulto el cual posteriormente se mete en una olla hirviendo o se sumerge en agua.
“Esta colaboración fue una oportunidad superlinda de hacer cosas que se habían quedado en el tintero dentro de Calmo”, cuenta Alice en entrevista: “hacer algo con un print autóctono”. Y es que, para esta colaboración, ha planteado un modelo de chal que lleva impresas plantas de árboles cercanos al Río de la Plata: hojas de arrayán, arazá y molle ceniciento, y flores de marcela y greminea.
Otro de los pilares de Calmo es el trabajo artesanal y para la Colaboración Siete la lana de las ruanas y los chales ha sido hilada a mano en telar en un proceso de varias horas. Por su parte, crear el fieltro de las piezas también ha sido una labor de mucho tiempo. Y piezas como las ruanas son ejemplo, además, de las prácticas de reciclaje que se promueven al interior de la marca, pues sus bordes están hechos de seda que ha sobrado de temporadas pasadas.
Otro detalle que no hay que perder de vista en las prendas son las etiquetas, las cuales están estampadas en lienzo de algodón. En ellas aparecen los nombres de los artesanos, las hojas utilizadas, las materias primas y, como homenaje a esta colaboración, el logotipo de Loona. En bolsas de tela en las que recibirás las prendas también se ha incluido un recuerdo de lo especial que es esta edición, con la frase LoonaxCalmo.
En la Colaboración Siete pueden encontrarse piezas únicas y respetuosas con el medio ambiente. Y también prendas que tal vez nos dan un buen ejemplo de la manera en la que debería vivirse la vida: sin pausa pero sin prisa. Solo con calma.
Colaboradores
Alice Otegui
Nacida en Montevideo, Alice Otegui es la fundadora y directora creativa de Calmo, una marca de moda lenta que ofrece vestimenta y decoración realizados de forma local, artesanal y sostenible. Alice también es docente de la Facultad de Comunicación y Diseño de la Universidad ORT Uruguay, donde comparte su visión del diseño consciente y su experiencia del mundo emprendedor con los futuros diseñadores.
Tali Kimelman
Esta fotógrafa afincada en Montevideo descubrió su interés en la fotografía mientras estudiaba su maestría en Ingeniería Biomédica: encontrarse frente a las imágenes de una resonancia magnética le dio otra visión y decidió experimentar el campo fotográfico. Desde 2006 su trabajo ha aparecido en medios como The New York Times, Bloomberg o Monocle Magazine y ha retratado campañas para marcas como UNICEF o HBO.
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