COLABORACIÓN

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PRESENTA

Momentos por

Mirit Weinstock

Tiempo de florecer

Yo, Luna, quiero contarte del día en que me visitó una campesina, hace muchos, muchos años.

Vivía en Japón, en un valle lleno de flores. Todas las mañanas salía con una canasta y paseaba por el campo para recolectarlas.

Por la tarde las utilizaba para diversos asuntos: las destilaba para crear la esencia de un perfume, las dejaba en un recipiente con agua para preparar remedios herbolarios o simplemente las cortaba para diseñar algún arreglo con el cual decoraría su casa.

Un día, mientras caminaba por el campo, se sintió cansada y decidió reposar bajo la sombra de un árbol. Sin darse cuenta se quedó dormida, y sin saberlo aterrizó en mi territorio, junto con su canasta llena de flores.

—¿Dónde estoy?, me preguntó al llegar.

—En la Luna, contesté.

Atónita, se detuvo un momento para mirar a su alrededor. Contempló estrellas, asteroides, meteoritos y cometas. También vio la Tierra y quedó sorprendida.

—Cuéntame, ¿qué tienes en esa canasta?, le pregunté, intentando sacarla de su perplejidad.

—Son unas flores que regalaré hoy. Cerezos.— contestó, enseñándome el brillo rosa de su canasta.

—¿A quién se las regalarás?, pregunté.

—Le haré una ofrenda a la Primavera, para agradecer la abundancia del planeta.

La nobleza de su intención me conmovió y decidí contribuir a su misión.

—Yo también quiero participar en tu regalo, le dije.

—¿De qué forma?, preguntó, aún sorprendida por estar hablando conmigo.

—Toma todo el polvo que puedas meter en tu canasta, cuando regreses a la Tierra lo entenderás. Date prisa, no durarás mucho tiempo aquí, le indiqué.

Siguió mis instrucciones; corrió a un cráter que estaba cerca de ella, se agachó y con sus manos metió rápidamente en su canasta todo el polvo lunar que pudo, hasta que despertó.

Al abrir los ojos, de regreso en la Tierra, vio que a su lado se encontraba la canasta. Un rayo lunar, casi imperceptible a esa hora del día, la iluminaba.

Notó que en su interior había algo más que cerezos. Se dedicó a separar los hermosos pétalos rosados con sus manos y en el fondo encontró unas vasijas que tenían la textura y los colores del cráter al que había corrido hacía tan solo un momento; podía recordar el momento preciso en el que recolectó el polvo con el que parecía que aquellos objetos estaban hechos.

Regresó a su casa. Se sentó frente a una mesa, sacó de la canasta las flores de cerezo, las vasijas y algunas ramas que también había recolectado esa mañana y se dedicó a crear un arreglo con todos esos materiales.

Por la tarde, acudió a un templo budista a colocar su arreglo en el altar. Cuando lo hizo, una luz dorada comenzó a emanar del recipiente, iluminando todo el lugar hasta llegar a un patio donde había un pequeño jardín famoso por su aridez.

En ese momento, de la tierra comenzaron a brotar nuevas flores y plantas que nunca antes habían sido vistas. A partir de entonces, aquel patio se convirtió en un sitio asediado por los visitantes. Su interior contenía toda la belleza de la naturaleza.

Proceso

Para nuestra Colaboración 24 invitamos a la diseñadora de joyería Mirit Weinstock a participar en nuestra plataforma.

Mirit nació en Israel y se graduó de la carrera de Moda en la reconocida universidad Shenkar College; su interés por el arte la llevó a estudiar una maestría en Bellas Artes en la Academia Bezalel en 2013.

Al terminar sus estudios viajó a Londres para hacer una pasantía en la firma Alexander McQueen. Su carrera profesional la llevó a París, donde trabajó en Lanvin, cerca de Alber Elbaz, y se especializó en alta costura y su relación con la artesanía.

En 2010, lanzó sus primeras piezas de joyería en la legendaria concept-store Colette y desde entonces se ha dedicado a consolidar su marca homónima y a cultivar un interés personal: estudiar a fondo la cultura japonesa. Su entusiasmo por este tema ha sido tal que desde hace un par de años se estableció en Tokio, dispuesta a experimentar tantos oficios artesanales como le fuera posible.

Así se encontró con el ikebana, un arte tradicional japonés de arreglo floral que se remonta al siglo XV y cuyo objetivo es crear una composición floral armoniosa y equilibrada utilizando elementos como ramas, hojas, flores y otros materiales naturales. “Una vez a la semana, todos los jueves por la mañana, voy a un templo budista y lo practico”, nos cuenta desde Tokio en una charla a través de Zoom, “hay algo muy hermoso sobre este arte: puedes aprenderlo durante toda tu vida”, explica dejando entrever su compromiso con este oficio.

Esta disciplina, que Mirit estudia en Ikenobo, una de las escuelas más tradicionales del país, inspira la colección “Moments”, que presentamos en nuestra Colaboración 24. “Moments es la combinación de mis dos grandes pasiones, ikebana y la joyería”, explica Mirit.

Se trata de objetos ensamblados por las manos de la propia diseñadora, los cuales han sido concebidos para ser el escenario de una flor; para crear un momento. Cada objeto es único, resultado de la combinación de una pieza de cerámica japonesa de unos 500 años de antigüedad —recuperada por la diseñadora en distintos mercados de pulgas— y una rama elaborada en plata fundida que ostenta la forma de una “Y” y que sirve para presentar un arreglo floral.

Son piezas que transmiten un mensaje especial en más de un sentido. “Están parcialmente quebradas, o son viejas, y reflejan toda la filosofía del wabi-sabi”, dice la diseñadora, “nos invitan a ver la belleza en algo que está roto, en la imperfección, en el envejecimiento”.

Al ahondar en la colección, Mirit aborda uno de los conceptos fundamentales de ikebana. “Al hacer los arreglos siempre estamos atentos al espacio, a la asimetría y al balance que existe entre las flores y las ramas. En japonés se le llama ma al espacio que está dentro de los arreglos. El término es parte de la filosofía japonesa y sirve para hablar del espacio que existe entre las cosas. Si sientes que estás pensando demasiado, o si estás estresado, los japoneses dirán que no tienes suficiente ma dentro de tu mente. Si un japonés está tomando una pausa para disfrutar del té de la tarde, se dirá que está tomando un momento ma. Y ma también es el espacio que conecta todo, así que cuando hacemos los arreglos en ikebana siempre buscamos el ma. Cuando creé los objetos de “Moments” tenía esto presente: había mucho espacio entre la cerámica, la joyería de la rama y la flor, y cuando se unen crean un todo.”

Un resultado que es único en cada ocasión, como apunta Mirit: “Con esta colección creamos un momento en el tiempo, un momento que nunca podrá repetirse (porque esa es su naturaleza), así que hay oportunidades y maneras infinitas de crear distintos momentos con estos objetos”.

Objetos que nos enseñan la belleza de estar aquí y ahora.

Colaboradores

Mirit Weinstock

Artista y diseñadora israelí. Es directora creativa y fundadora de la marca Mirit Weinstock desde la cual presenta piezas de joyería hechas a mano que han ganado reconocimiento internacional. Cuenta con estudios en Moda por la reconocida universidad Shenkar College y una maestría en Bellas Artes por la Academia Bezalel. Desde 2019 vive en Tokio donde realiza estudios culturales y practica oficios artesanales como el de ikebana.

 

 

 

 

 

Compra la colección

Momentos

Objetos para una flor: para crear un ‘momento’ en el tiempo, son una combinación de las dos grandes pasiones de la artista y diseñadora Mirit Weinstock: la joyería y el Ikebana. El objeto ‘momento’  está hecho de una pequeña cerámica japonesa de unos 500 años de antigüedad y una rama plateada fundida para crear un solo arreglo floral.

Las piezas de cerámica fueron recolectadas en mercados de pulgas en Japón.

Mirit hizo la rama plateada cortando una rama en forma de Y, «igual que las ramas que usamos para sostener las flores en un arreglo de Ikebana».

Posteriormente se aplicó una capa de plata a la rama en un proceso llamado electroformado, se hizo un molde de la rama de metal para moldear las ramas finales, que pesan casi 10 gramos de plata y captura todas las texturas originales de la rama natural original.

Cada juego Momento incluye infinitas posibilidades. Crea tu ‘momento’ con flores secas o de temporada, con o sin agua.

 «Una flor natural es hermosa, pero cuando es tocada por un ser humano, se convierte en un pensamiento.»

  —Shires Masako