
Textiles del alma
Yo, Luna, quiero contarte una historia que vi desde el cielo, una noche en la tierra de Chiapas.
Las mujeres del pueblo tejían como cada tarde, en silencio, concentradas. En sus telas bordaban figuras que sus abuelas les enseñaron: llaves, estrellas, ojos, manos. Decían que esos símbolos protegían a quienes los llevaban, alejaban lo oscuro y abrían la vida al amor.
Esa misma noche llegó un viajero desde España. Traía una libreta usada, llena de dibujos que hacía desde niño, sin entender por qué: una luna, un corazón, un perro sentado, una montaña solitaria. Decía que, al trazarlos, su mente se calmaba.
Cuando vio los bordados de las mujeres, se detuvo completamente. Sintió que había llegado a un lugar que ya conocía, aunque nunca lo había visitado.
—Estos dibujos —dijo con extrañeza— se parecen a los míos. Pero más antiguos.
Ellas lo invitaron a sentarse. No hablaban el mismo idioma, pero él, que era un experto en el bordado, tomó una aguja, y entendieron todo. Las tejedoras comenzaban una figura, él la completaba de manera casi automática. Luego él hacía una y ellas la seguían. Nadie preguntaba nada. Solo bordaban.
Mientras lo hacían, el aire se volvió más claro. La tela lucía extraña, era como si respirara. Los hilos, bajo mi luz, se movían con un brillo tenue. Un perro bordado abría los ojos, una estrella centelleaba. No eran trucos ni ilusiones. Era como si el bordado revelara cosas que estaban ahí desde siempre.
—¿Y estos símbolos? —preguntó él— ¿Qué significan?
—Son para cuidar a los que amamos —respondió una de ellas—. Y para recordarnos que el amor también necesita su escudo.
Se miraron en silencio. Él dibujaba lo mismo, sin saberlo. Lo hacía para aquietar la mente. Ellas también. Dos caminos distintos hacia la misma paz.
Esa noche terminaron una tela donde convivían todos los símbolos: la luna y la estrella, el perro y la llave, la montaña y las manos. No parecía un bordado, sino un mapa. No un adorno, sino una protección.
El viajero se fue con un pedazo de esa tela bajo el brazo. Y desde entonces, esos textiles viajan de mano en mano. Algunos los guardan bajo la almohada. Otros los llevan en el bolso. Dicen que ayudan a espantar lo que pesa, y a dejar entrar lo que hace bien.
Yo no aseguro nada. Pero lo vi. Y a veces, eso basta.
Proceso
Para nuestra nueva Colaboración, el artista español Aitor Saraiba regresa a Loona después de su exitosa participación en nuestra Colaboración 31.
Esta vez se une a Dos Tierras, plataforma que presenta diseño contemporáneo artesanal en Colaboración con artesanas de Chiapas, para presentar tres piezas de arte en exclusiva para Loona.
La comunión con Loona es para Aitor «un regalo del universo y del juego del destino», según nos cuenta en entrevista. Esta segunda Colaboración con nosotros representa una continuación del trabajo que iniciamos juntos, y que ahora evoluciona con nuevas propuestas artísticas.
En su primera visita a México con nosotros, Aitor nos compartió su visión del arte como «una forma de sanación personal y de búsqueda de comprensión de mi lugar en el mundo». Ahora, después de trabajar con comunidades de Chiapas para esta segunda Colaboración, el artista ha creado tres piezas que reflejan esa experiencia transformadora.
«Fue un viaje interior, no sólo físico. Eso fue sin duda gracias a Loona y a la sensibilidad con el textil y su forma de relacionarse con el entorno. Chiapas me dio mucho más de lo que yo podía imaginar, las señoras, sus diseños, sus puntadas se me quedaron en el corazón», nos cuenta sobre esta reciente experiencia.
Las piezas que forman parte de esta Colaboración nacen de un proceso creativo compartido, donde la mitad del trabajo queda en manos de las artesanas de Chiapas y la otra mitad la realiza el propio Aitor. «Es un proceso que llevo haciendo ya muchos años, en España lo hago con la cerámica de mi ciudad, Talavera. Y cuando nace es precioso porque no sabes el lugar hacia el que irá. Es una criatura viva que un grupo de personas moldea, sin ego, solo con amor y paciencia».
Esta forma de crear ha permitido a Aitor descubrir que, más allá de las diferencias culturales, existen hilos invisibles que nos unen como humanidad. «Hay un hilo invisible que nos une, que nos hace hermanos y hermanas a todos. Eso sin duda lo sentí con el bordado de Chiapas y al trabajar con ellas», nos comparte.
En los bordados de esta colección, Aitor ha querido plasmar «sobre todo, lo que nos une. Dejando a un lado lo que en principio nos separa. Dando prioridad a símbolos e iconografías que ambas culturas podíamos leer. Creando un diccionario de símbolos que casaban y sumaban los unos a los otros remitiendo a un tiempo que puede parecer del pasado, pero que nuestro presente necesita».
El artista ve en el arte y la artesanía lo que nos hace humanos: «Es la huella en el tiempo que nos permite estudiar el pasado, entender el presente e imaginar el futuro. Las culturas están construidas a través del arte y las artesanías. Sin ellas no seríamos lo que somos».
Las tres piezas de esta Colaboración están bordadas «con un idioma más viejo que el tiempo, que está escrito en algún lugar en las estrellas y que nosotros casi sin querer hemos traducido». Su creador confía en que quienes se acerquen a esta Colaboración «sabrán leer con los ojos del alma» lo que ha quedado plasmado en el textil.
Para él, proyectos como este demuestran que el trabajo artesanal y colaborativo «es el futuro, la única forma de salvar al planeta». De parar de buscar la calma. De parar el tiempo veloz del capitalismo».
Y este es solo el comienzo. Mirando hacia el futuro, Aitor ya se prepara para una tercera Colaboración con nosotros, que comenzará en mayo de 2025 y que lo llevará a explorar Michoacán. «Me llena de emoción. Amo el bordado de Michoacán, su forma de narrar historias, sus colores y puntadas. Desde siempre he sentido que esa forma narrativa tiene que ver mucho con todo mi trabajo. Creo que de este viaje va a nacer algo precioso».
Esta Colaboración es una muestra más del compromiso de Loona con artistas que, como Aitor Saraiba, entienden el valor del trabajo manual, el respeto por las tradiciones y la importancia de crear puentes entre culturas a través del arte.
Colaboradores
AITOR SARAIBA
Aitor Saraiba, artista de dibujo, arte textil y cerámica, ha expuesto su obra desde Los Ángeles hasta Tokio, incluyendo Portugal, Italia, Reino Unido, África y España. Autor destacado de «El hijo del Legionario» y «Por el Olvido», recibió el premio ICON de El País en 2022. Colaborador de museos renombrados como el Prado y Thyssen, es reconocido por revitalizar técnicas artísticas tradicionales.
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AITOR SARAIBA
Nos llena de alegría presentar cuatro piezas únicas, fruto de la segunda colaboración entre Aitor Saraiba y comunidades artesanas de Chiapas, en alianza con la organización Dos Tierras, que hace posible este encuentro de respeto, escucha y creación colectiva.
Cada pieza ha sido tejida en telar de pedal en San Andrés Larráinzar, bordada con detalle en Chenalhó, y finalizada en Cantabria por Aitor. Tres territorios que se encuentran en un gesto común: el de crear desde el cuidado, la paciencia y el compromiso mutuo.
Estas obras nacen del respeto profundo por el oficio, por el tiempo que toma hacer bien las cosas, y por las manos que transmiten historia en cada puntada. Son piezas que hablan de colaboración verdadera, de confianza entre quienes crean, y del valor de caminar juntos sin prisa, pero con propósito.
Cada pieza es arte. Y la raíz, amarrada a la tierra.
Desde Chiapas y Cantabria, con la fuerza de la memoria, la belleza del trabajo colectivo y la esperanza de un presente más humano.
Las cuatro piezas estarán disponibles en nuestra tienda. Son únicas e irrepetibles: un testimonio del encuentro, la paciencia y el amor.
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